CRÍTICA - TODO A LA VEZ EN TODAS PARTES (2022)

El próximo 3 de junio llega, por fin, a los cines españoles Todo a la vez en todas partes, la aplaudida y esperada con Michelle Yeoh como protagonista. El concepto de Multiverso puede parecer surgido del mundo del cómic, y más con sus adaptaciones cinematográficas recientes con Spider-Man o el Doctor Extraño de Marvel, pero sus primeras referencias datan de la literatura védica (800 AC-200AC), aunque se acuñó en 1895 por parte del psicólogo William James, y es el epicentro de esta historia que, además de ofrecer escenas de artes marciales, confirma la gran calidad como actriz de Michelle. Muchas capas diferentes en una película que se ha convertido por derecho propio en uno de los grandes títulos de este 2022.

Evelyn Wang es una incansable trabajadora china en suelo norteamericano con una familia algo desestructurada y muchos problemas cotidianos que se verá metida de lleno en una aventura por el multiverso para salvar todas las realidades de Jobu Tupaki, ayudada por una versión alternativa de su propio marido. Una mezcla de géneros y homenajes en un guion maravillosamente escrito por el tándem autodenominado Daniels, formado por Daniel Kwan y Daniel Scheinert (Swiss Army Man) que inicialmente fue pensado para que lo protagonizase Jackie Chan.

A pesar de que Michelle tiene una más que merecida reputación como estrella del cine marcial, ha demostrado en diversas ocasiones su gran calidad como actriz, pero en esta ocasión lo demuestra más que nunca con los diferentes personajes que interpreta y por la propia calidad de la historia, que aúna el cine marcial con el dramático. Y es que la historia tiene muchas lecturas, como la búsqueda de la unidad familiar y de la propia identidad, todo ello con un regusto amargo sobre la pérdida de oportunidades y el hueco en el mundo. Todo ello mezclado con la ciencia-ficción y la acción, demostrando además que podemos disfrutar de películas de acción con buenos guiones.

 

Al margen de Michelle, tenemos la recuperación de Ke Huy Quan, el mítico Tapón de Indiana Jones o miembro de los Goonies, un experto en Taekwondo que se ha prodigado poquísimo en el género. Su personaje, el marido de Evelyn, Waymond, es el motor de la historia, siendo quien encuentra a la Evelyn de nuestro mundo tomando el cuerpo de su marido para explicar el peligro del Multiverso. Y si Michelle tiene sus momentos de lucimiento marcial, Ke no es menos, demostrando su buena técnica (incluyendo homenaje a Bruce Lee) gracias además al fabuloso trabajo de Andy y Brian Le, miembros del Martial Club. A Andy le hemos podido ver como Death Dealer en Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos, afianzando así su posición en Hollywood. Coreografías imaginativas y trepidantes que se apoyan en una estupenda dirección y montaje, algo no demasiado habitual en el cine comercial estadounidense. Se nota la influencia de Jackie Chan y su estilo, pero con ese toque diferenciador y personal. Además, podemos ver a ambos hermanos interpretando papeles menores pero hilarantes y demostrando su gran calidad técnica.

Aunque la parte marcial es de grandísima calidad, creo que he dejado claro que la película es una mezcolanza de géneros con el objetivo de contar una historia y desarrollarla de una forma muy natural para este viaje de autoconocimiento de Evelyn, por mucho que esté todo envuelto en otros géneros, como la comedia surrealista, la ciencia-ficción, el cine marcial y el drama humano. Incluso las secuencias más bizarras, como ese mundo paralelo con dedos salchicha, están dirigidas a dar respuesta a preguntas mucho más filosóficas, siendo un puzzle muy bien encajado. Tenemos además homenajes visuales en este saltar de versiones de Evelyn, como a In the Mood for Love (2000), 2001: Una Odisea en el Espacio (1968) o Ratatouille (2007), la más clara y sustituyendo al ratón por un mapache. 

Y no puedo terminar sin mencionar al resto de actores, como Jamie Lee Curtis o James Hong o Stephanie Hsu, perfectos en sus papeles, e incluso podemos ver a Michiko Nishiwaki en una secuencia, ampliamente conocida por los amantes del cine hongkonés ochentero. Para resumir un poco todo, Todo a la vez en todas partes es una película arriesgada, donde lo bizarro y lo cómico van de la mano de una forma inteligente, siendo mucho más que una sucesión de versiones alternativas de Michelle Yeoh que exploten sus cualidades como artista marcial y actriz. Esa amarga mirada hacia los sueños no cumplidos y resignarse a vivir la vida que tenemos, no la que queremos, pero sin caer en efectismos o dramatismos forzados, conforman una de las mejores películas de lo que llevamos de año, difícilmente superable y que en manos de otros directores podría haberse convertido en una película loca, pero sin alma. Todo ocurre por algo, por muy surrealista que sea, y saber rematar esto es una labor sumamente difícil pero que, por suerte para nosotros, los Daniels han sabido escribir y dirigir.

NOTA: 7’5


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