Sus esfuerzos por triunfar en el
cine tras su marcha de Bélgica y el encuentro, cuando trabajaba de camarero, con
Menahem Golam le abrirían las puertas
del Olimpo del cine marcial y de acción en 1988, aunque en 1985 podríamos
disfrutar de todo su esplendor en Retroceder
Nunca, Rendirse Jamás de mano de nada más y nada menos que el gran Corey Yuen en esta mezcla de Bruceploitation y de Karate Kid (1984) Contacto Sangriento (1988) le colocaría como estrella en ciernes en
la serie B y un año después Kickboxer
le consagraría definitivamente.
Y aunque las comparaciones son
odiosas (pero más odioso es el aikidoka), con sólo echar un vistazo a las
carreras de ambos podemos ver claramente quien tiene más y mejores películas.
Van Damme, claro, por si quedaban dudas. Seagal comenzaría como estrella en
1988, pero su decadencia sería a partir de 1994, con seis películas, mientras
que en el caso de Van Damme tendríamos trece películas hasta 1994, año donde se
estrenaría Street Fighter: La Última
Batalla y donde comenzaría gradualmente su caída.
Ya sabemos que su adicción a las
drogas y cierta prepotencia que le llevaría a rechazar un contrato de tres
películas por pedir más dinero para igualar a Jim Carrey (le ofrecían dice
millones por película y él pidió los veinte que cobraba el cómico) serían parte
de los clavos de un ataúd cinematográfico que le llevaría a recorrer el duro
camino de la serie B rodada en Bulgaria, empalmando películas de baja calidad
con el único objetivo de sobrevivir. Pero como indico en el título de este
artículo, Jean Claude Camille François Van Varenberg lucharía para reinventarse
en los momentos difíciles, y eso es algo mucho más que meritorio.
Ese mismo año debutaba como
director con The Quest: En Busca de la
Ciudad Perdida, otra muestra de esa reinvención con una historia de
aventuras de corte clásico que homenajeaba el subgénero de torneos que le hizo
famoso con Contacto Sangriento. Pero
en esa segunda mitad de los años noventa, sus problemas de drogas le harían
perder tanto el favor del público como de rumbo, aunque seguiría buscándolo
como demuestra Soldado de Fortuna
(1998), alejado del cine marcial y, de nuevo, con cierto poso clásico. Pero la
taquilla no le acompañaba, y 1999 nos trajo una de cal y otra… casi de cal
también. Inferno para mí es sin duda
su peor película, siendo ridícula y estúpida a más no poder y con algunas
secuencias que dudo que sean paródicas. El otro título que estrenaría sería un
intento de reverdecer laurales, Soldado
Universal: El Retorno, que, aunque es muchísimo mejor que Inferno, está a años luz de la
original.
Quizás es que el público se había
cansado y esta secuela llegaba demasiado tarde, impidiendo que consiguiese el
éxito que se esperaba y siendo la última película, hasta 2008 con JCVD, en estrenarse en cines en Estados
Unidos. No ocurrió lo mismo en otros países como España, donde la distribuidora
catalana Filmax seguiría estrenando
en cines algunas películas, como sus nuevas colaboraciones con Ringo Lam, Replicant (2001), The Order (2001), Sin
Control (2022), otra de sus peores películas técnicamente (y, dicho sea de
paso, con un título que el que esto escribe puso en España a través de un
concurso vía web y que me consiguió algo de merchandising
además de algunos DVD), Salvaje
(2003), Justa Venganza (2004) y Desafío a la Muerte (2007), aunque no
durarían demasiado en la cartelera.
Recuperado de su adicción, pero
diagnosticado con bipolaridad, Van Damme no se ha rendido, aunque haya rodado
películas de medio/bajo presupuesto y colaboraciones como Desierto Rojo (2014) o Jian
Bing Man (2015) en China, interpretándose a sí mismo. Son muestras de esa
reinvención, saliendo de su zona de confort y aceptando papeles diferentes y a
veces arriesgados junto al regreso al cine marcial en el remake de su grandiosa Kickboxer,
cediendo el testigo como protagonista a Alain
Moussi en las dos entregas de2016 y 2017.
Sus últimos años han sido una
búsqueda de su hueco en este siglo XXI, con películas hechas como favores a
amigos, como demuestra Mátalos a Todos
(2017), dirigida por Peter Malota, u
Operación Rescate (2018), que le
reunió de nuevo con Dolph Lundgren,
bastante floja. Por otro lado, continuó cambiando de registro con títulos como Lukas (2018), estupendo drama de acción
o La Ley de la Calle (2019), un
drama que personalmente no me convenció demasiado, pero aplaudo por lo
arriesgado de su personaje, contrario al héroe de acción de Doble Impacto (1991) o Timecop, Policía en el Tiempo (1994),
su película más taquillera y todo un clásico noventero del género.
La variedad de personajes que ha
ido interpretando, alejado, como he dicho antes, de su zona de confort, es algo
sumamente valiente que no todos los actores marciales han querido o podido
hacer, responde a, de nuevo, el título de este artículo, demostrando que Jean
Claude Van Damme, a pesar de sus altibajos, de sus malas decisiones laborales y
personales, ha sabido reinventarse sin dejar que su pericia (indiscutible)
marcial sea lo único que tenga para aportar. Es evidente que no va a ganar
premios como actor, al menos hasta ahora, lo cual no ha impedido que pruebe
suerte fuera del género, que evolucione aunque no haya dado los resultados comerciales
esperados, que se haya reinventado en un momento donde el cine marcial es
dejado de lado por los grandes productores pero con un hueco en plataformas,
los videoclubs digitales de este siglo XXI, como El Último Mercenario (2021), su última película estrenada, que no
es lo buena que debería pero que, como otros títulos de su filmografía, hace
que siga trabajando de cara a su anunciada despedida del género con la
anunciada, y que debería haberse empezado a rodar, o estar a punto, en
Tailandia, What’s My Name?, un
homenaje en toda regla a su carrera como él mismo ha dicho: Quería dejar la actuación pero con una
revisión de mi carrera, empezando por ‘Contacto sangriento’, aquella en la que
empecé a ser famoso. Quiero que esto sea un nuevo ‘Contacto sangriento’ pero a
un nivel superior. En la película estoy de capa caída en cuanto a mi carrera y,
al salir de un estreno de otra película de acción, no estoy contento porque he
estado viviendo en hoteles los últimos 30 años, lo cual es realmente cierto.
Vamos a contar elementos reales de mi vida real y de lo que me pasó. Llegué
desde Bélgica hasta Hollywood, tuve éxito, fracasé, volví. Entonces salgo a la
calle después del estreno y, ¡bum! Un coche me atropella porque estoy borracho.
Cuando me despierto del impacto, no sé cómo me llamo, y nadie me reconoce.
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