VAN DAMME: LA REINVENCIÓN DEL HÉROE MARCIAL

Hoy cumple 62 años Jean Claude Van Damme, así que toca rendir tributo a la que podríamos considerar la última estrella marcial clásica, una estrella que ha sabido reinventarse a pesar de los altibajos en su carrera, tanto personal como cinematográfica. Al contrario que su coetáneo, Steven Seagal, el belga ha buscado la fórmula para seguir trabajando y ofreciendo buenos productos a pesar de todo y todos. Por otro lado, es indudable que Bruce Lee es el icono del género, marcando a toda una generación pero que ha conseguido además marcar a nuevas generaciones. Y dentro del género, no hay nadie más que haya conseguido esto… excepto Van Damme y aunque para mi haya diferencias notables entre ambas estrellas, no podemos ignorar que el belga ha conseguido trascender el propio cine marcial y de acción y conseguir influir en muchísima gente de una forma parecida al Pequeño Dragón. Por ello hoy homenajeo a los Músculos de Bruselas en el blog.
Quién diría que el joven que hace 43 años aparecía por primera vez en una película belga, Woman Between Wolf and Dog (1979), iba a convertirse en la rutilante estrella que sería a partir de mediados de los años ochenta. Si, amigos, aunque muchas fuentes citan su breve aparición como extra en Breakin’ (1984), cinco años antes podíamos verle, también como extra, en un par de secuencias en una película dramática y romántica que transcurre en 1940, y con Rutger Hauer. Y si tienes dudas de si es cierto, dejo aquí un pequeño vídeo donde podemos ver dichas apariciones.


Sus esfuerzos por triunfar en el cine tras su marcha de Bélgica y el encuentro, cuando trabajaba de camarero, con Menahem Golam le abrirían las puertas del Olimpo del cine marcial y de acción en 1988, aunque en 1985 podríamos disfrutar de todo su esplendor en Retroceder Nunca, Rendirse Jamás de mano de nada más y nada menos que el gran Corey Yuen en esta mezcla de Bruceploitation y de Karate Kid (1984) Contacto Sangriento (1988) le colocaría como estrella en ciernes en la serie B y un año después Kickboxer le consagraría definitivamente.

Pero su camino no ha sido fácil, trabajando en todo tipo de cosas antes de dar el salto al cine. Ni contactar con Chuck Norris, con quien entrenó durante un tiempo, participando como extra en Desaparecido en Combate (1984) o llevando el primer diseño del depredador en la película del mismo título de Schwarzenegger. Pero el trabajo duro y el no rendirse le llevó al estrellato en una época donde el cine de acción eran músculos y armas de fuego. Norris logró unir ambos estilos de acción, marcial y balística, y sólo Steven Seagal surgió en el terreno marcial en 1988 con Por Encima de la Ley, colocándose ambos actores en lo más alto del cine de artes marciales en aquellos añorados años ochenta.


Y aunque las comparaciones son odiosas (pero más odioso es el aikidoka), con sólo echar un vistazo a las carreras de ambos podemos ver claramente quien tiene más y mejores películas. Van Damme, claro, por si quedaban dudas. Seagal comenzaría como estrella en 1988, pero su decadencia sería a partir de 1994, con seis películas, mientras que en el caso de Van Damme tendríamos trece películas hasta 1994, año donde se estrenaría Street Fighter: La Última Batalla y donde comenzaría gradualmente su caída.

Ya sabemos que su adicción a las drogas y cierta prepotencia que le llevaría a rechazar un contrato de tres películas por pedir más dinero para igualar a Jim Carrey (le ofrecían dice millones por película y él pidió los veinte que cobraba el cómico) serían parte de los clavos de un ataúd cinematográfico que le llevaría a recorrer el duro camino de la serie B rodada en Bulgaria, empalmando películas de baja calidad con el único objetivo de sobrevivir. Pero como indico en el título de este artículo, Jean Claude Camille François Van Varenberg lucharía para reinventarse en los momentos difíciles, y eso es algo mucho más que meritorio.

Esta reinvención comenzaría cuando propició que los directores de Hong Kong John Woo, Ringo Lam y Tsui Hark debutasen en Hollywood a partir de 1993, cuando protagonizó Blanco Humano. A sus patadas en salto, musculatura y elasticidad se unía el estilo visual de Woo y el bullet ballet que le haría famoso, consiguiendo seguir en la primera fila, como demuestra su participación en 1996 en la famosa serie Friends, interpretándose a sí mismo, un claro indicador de su fama.

Ese mismo año debutaba como director con The Quest: En Busca de la Ciudad Perdida, otra muestra de esa reinvención con una historia de aventuras de corte clásico que homenajeaba el subgénero de torneos que le hizo famoso con Contacto Sangriento. Pero en esa segunda mitad de los años noventa, sus problemas de drogas le harían perder tanto el favor del público como de rumbo, aunque seguiría buscándolo como demuestra Soldado de Fortuna (1998), alejado del cine marcial y, de nuevo, con cierto poso clásico. Pero la taquilla no le acompañaba, y 1999 nos trajo una de cal y otra… casi de cal también. Inferno para mí es sin duda su peor película, siendo ridícula y estúpida a más no poder y con algunas secuencias que dudo que sean paródicas. El otro título que estrenaría sería un intento de reverdecer laurales, Soldado Universal: El Retorno, que, aunque es muchísimo mejor que Inferno, está a años luz de la original.

Quizás es que el público se había cansado y esta secuela llegaba demasiado tarde, impidiendo que consiguiese el éxito que se esperaba y siendo la última película, hasta 2008 con JCVD, en estrenarse en cines en Estados Unidos. No ocurrió lo mismo en otros países como España, donde la distribuidora catalana Filmax seguiría estrenando en cines algunas películas, como sus nuevas colaboraciones con Ringo Lam, Replicant (2001), The Order (2001), Sin Control (2022), otra de sus peores películas técnicamente (y, dicho sea de paso, con un título que el que esto escribe puso en España a través de un concurso vía web y que me consiguió algo de merchandising además de algunos DVD), Salvaje (2003), Justa Venganza (2004) y Desafío a la Muerte (2007), aunque no durarían demasiado en la cartelera.

Pero todos estos títulos de comienzos del siglo XXI tienen un elemento común, la reinvención. Tramas cercanas al thriller acompañadas de estrellas de primera fila algo en decadencia que servirían para mantenerle en la industria, mezcladas con estrenos en vídeo como En Territorio Enemigo (2006), The Hard Corps (2006) o El Patrullero (2008) Y es precisamente ese 2008 donde Van Damme volvería a reinventarse, o a sincerarse, con JCVD, donde en una trama de ficción, hace resumen de su carrera y situación en esa primera década de los años 2000 y donde demostraría lo que otros intentos no habían conseguido, demostrar que podía interpretar papeles dramáticos, con ese tantas veces alabado plano secuencia donde rompe la cuarta pares y habla desde el corazón al público.

Y aunque la crítica le elogió, no consiguió que los productores confiasen en él de nuevo para darle papeles en la serie A, exceptuando colaboraciones puntuales como poner la voz al Maestro Croc en Kung Fu Panda 2 (2011) o ser el villano en Los Mercenarios 2 (2012) Entre medias, seguiría en la serie B, regresando a la franquicia de Soldado Universal en 2009 y 2012 junto a un puñado de títulos algo irregulares pero con notables cambios, como Los Ojos del Dragón (2012) o Bienvenido a la Jungla (2013), con un papel cómico y algo paródico, sin olvidar el villano de Cerco al Enemigo (2013)


Recuperado de su adicción, pero diagnosticado con bipolaridad, Van Damme no se ha rendido, aunque haya rodado películas de medio/bajo presupuesto y colaboraciones como Desierto Rojo (2014) o Jian Bing Man (2015) en China, interpretándose a sí mismo. Son muestras de esa reinvención, saliendo de su zona de confort y aceptando papeles diferentes y a veces arriesgados junto al regreso al cine marcial en el remake de su grandiosa Kickboxer, cediendo el testigo como protagonista a Alain Moussi en las dos entregas de2016 y 2017.

Pero todos estos trabajos, por irregulares que sean, han conseguido que Van Damme siga siendo ese icono del género, consiguiendo que el mismísimo Ridley Scott produjese la estupenda serie Jean Claude Van Johnson, que presentaría el piloto en 2016 para conseguir una única temporada en 2017 y que sería un homenaje/parodia de su carrera, demostrando que Van Damme es plenamente consciente de quien es y qué representa para la Historia del Cine, así, en mayúsculas.


Sus últimos años han sido una búsqueda de su hueco en este siglo XXI, con películas hechas como favores a amigos, como demuestra Mátalos a Todos (2017), dirigida por Peter Malota, u Operación Rescate (2018), que le reunió de nuevo con Dolph Lundgren, bastante floja. Por otro lado, continuó cambiando de registro con títulos como Lukas (2018), estupendo drama de acción o La Ley de la Calle (2019), un drama que personalmente no me convenció demasiado, pero aplaudo por lo arriesgado de su personaje, contrario al héroe de acción de Doble Impacto (1991) o Timecop, Policía en el Tiempo (1994), su película más taquillera y todo un clásico noventero del género.

La variedad de personajes que ha ido interpretando, alejado, como he dicho antes, de su zona de confort, es algo sumamente valiente que no todos los actores marciales han querido o podido hacer, responde a, de nuevo, el título de este artículo, demostrando que Jean Claude Van Damme, a pesar de sus altibajos, de sus malas decisiones laborales y personales, ha sabido reinventarse sin dejar que su pericia (indiscutible) marcial sea lo único que tenga para aportar. Es evidente que no va a ganar premios como actor, al menos hasta ahora, lo cual no ha impedido que pruebe suerte fuera del género, que evolucione aunque no haya dado los resultados comerciales esperados, que se haya reinventado en un momento donde el cine marcial es dejado de lado por los grandes productores pero con un hueco en plataformas, los videoclubs digitales de este siglo XXI, como El Último Mercenario (2021), su última película estrenada, que no es lo buena que debería pero que, como otros títulos de su filmografía, hace que siga trabajando de cara a su anunciada despedida del género con la anunciada, y que debería haberse empezado a rodar, o estar a punto, en Tailandia, What’s My Name?, un homenaje en toda regla a su carrera como él mismo ha dicho: Quería dejar la actuación pero con una revisión de mi carrera, empezando por ‘Contacto sangriento’, aquella en la que empecé a ser famoso. Quiero que esto sea un nuevo ‘Contacto sangriento’ pero a un nivel superior. En la película estoy de capa caída en cuanto a mi carrera y, al salir de un estreno de otra película de acción, no estoy contento porque he estado viviendo en hoteles los últimos 30 años, lo cual es realmente cierto. Vamos a contar elementos reales de mi vida real y de lo que me pasó. Llegué desde Bélgica hasta Hollywood, tuve éxito, fracasé, volví. Entonces salgo a la calle después del estreno y, ¡bum! Un coche me atropella porque estoy borracho. Cuando me despierto del impacto, no sé cómo me llamo, y nadie me reconoce.

Veremos además a algunos de sus antiguos rivales en la pantalla: Vamos a tener a toda la gente emblemática con la que he luchado, a la mayoría de ellos. Todos los luchadores de la UFC crecieron viendo mis películas y tendremos a algunos de esos grandes campeones como luchadores, y a otros como entrenadores, como Randy Couture. Tendremos una gran mezcla y los combates serán muy realistas. (…) Estoy cancelando todo para ponerme en forma y, para después de esta película, he comprado un pequeño barco. No un barco grande, eso no es para mí. Quiero dar la vuelta al mundo y relajarme. He trabajado toda mi vida, he vivido en hoteles durante 30 años. Todo eso se explicará en la película, y cómo me alejé de mi familia. Después de esto, quiero relajarme y disfrutar de mi vida y de mi familia porque la vida pasa rápido. Tras años reinventándose, parece que tendremos la película definitiva de Van Damme, de un Van Damme que agradecerá a sus fans que hayan estado con él siempre, en sus buenos y malos momentos, y eso dice mucho de él.


A pesar de sus dolencias, a pesar de sus fracasos, a pesar de todo y todos, Van Damme, el artista marcial, el actor, el activista por los animales, el bailarín, el dueño del spagat, o Split, más famoso de la historia, es toda una estrella que ha conseguido inspirar a miles o millones de personas a practicar artes marciales, a buscar su hueco en el cine marcial pero, sobre todo, a entretenernos con sus fantásticas películas, aunque algunas sean infumables, pero nunca, nunca, se ha rendido para salir de los pozos donde ha caído y ser sin lugar a dudas toda una estrella que ha dejado su impronta en el cine y al que debemos estar agradecidos por ello. Por esto y por mucho más, muchas gracias Jean Claude, feliz cumpleaños y por muchos años más.

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