El Pequeño Dragón hubiese cumplido hoy 82 años. Y seguimos leyendo o escribiendo sobre él. No, no voy a hablar de su legado ni de cómo nos ha marcado a muchos, bla, bla, bla. Lo de siempre. Tampoco me voy a poner a polemizar con el tema de su muerte. Las cartas, el golpe de calor, el beber demasiada agua, como salió recientemente, ni la mafia ni el Golpe de la Muerte, ni Raymond Chow conspirando, ni que vive en una isla enseñando Kung Fu al Ejército Rojo… Tanto tiempo con los mismos temas ayudan a seguir idealizando una figura como la de Bruce Lee. Es normal también, el peso que tiene en este universo que gira a su alrededor, con las consabidas legiones de fans, entre los que me incluyo, claro está. Pero después de esa imagen de Mesías Marcial, de Santísima Trinidad del cine de Kung Fu, están las interpretaciones que cada uno de nosotros le damos, decidiendo qué creer y qué no y qué temas sobre su figura nos interesa conocer más. Unos buscan averiguar el motivo real de su muerte, como sucedía en la Bruceploitation, con “alumnos” de Bruce investigando el tema, mientras que otros quieren fotos inéditas, raras, nunca vistas. Mientras tanto tenemos a otra gente que estudia su filosofía, o su Jeet Kune Do, o sólo les gusta ver sus pelis. En mi caso, tras ser uno de los que todos los años escribe algo sobre él, y leyendo tantos comentarios en redes, si tengo una cosa clara es que a veces se nos olvida de lo que era Bruce Lee, un hombre, así de sencillo.
El propio Bruce decía que el Jeet Kune Do es tan sólo un nombre, y de esa misma manera, Bruce era sólo un
hombre, ni más ni menos. Las teorías sobre su muerte son tiradas por tierra por
parte de muchos de sus fans, como si fallecer, por ejemplo, por un fallo renal
y que bebía demasiada agua, no fuese digno de nuestro superhéroe hongkonés (sí,
ya sé que nació en San Francisco, pero sabemos que es un detalle técnico,
siendo hongkonés) Las muertes pueden ser así de tontas para cualquiera de
nosotros, lo sé de primera mano, por desgracia. Pero igualmente, es una teoría
escrita por unos médicos este 2022, así que, vale, puede ser, como puede ser lo
de que enseñe Kung Fu en una isla desierta retirado del mundo.
Y, volviendo a lo que decía al
principio, muchos “fans” niegan hasta con las evidencias en la mismísima cara.
Están en su derecho de creer en lo que les salga de los nunchakus, faltaría
más, pero me parece que roza lo ridículo negar lo evidente. Esos que se ofenden
al escuchar algo negativo olvidan demasiadas cosas y terminan tirando piedras
sobre su propio tejado, haciéndoles ver como integrantes de alguna secta que no
permiten que ensucien la imagen de su ídolo. Da hasta para una película de Bruceploitation, La Secta del Pequeño Dragón. Yo era de los que odiaban a Carradine
por el tema de la serie Kung Fu,
hasta que descubrí todo lo que había detrás, y la cosa cambió, aunque no me
caiga al bien, precisamente… Pero no por este tema de la famosa serie de televisión.
Está claro que lo segundo, con
todos esos fallos o errores terrenales, un hombre, como tú y como yo. Y fue
capaz de ser Bruce Lee. Joder, Bruce Lee. Casi nada. Y en esto radica en gran
medida su grandeza y la ya mencionada varias veces inspiración y guía para
muchos de nosotros, o para todos. Un sencillo hombre se ha convertido en alguien
donde mirarnos y al que agarrarnos, un hombre como nosotros, por lo que podemos
hacer lo mismo que hizo él, cada uno en nuestra vida, sin imitarle
literalmente. Usando los que nos enseñó, o lo que sea que vemos en él, y lo que
represente para cada uno de nosotros.
Luchar por aquello que quieres,
por tus sueños, evolucionar como ser humano, encontrar ese tema que te apasione
y estudiarlo con la intensidad con la que Bruce practicaba artes marciales… Todo
esto lo hizo un hombre, y nosotros somos ese hombre también, con nuestros
fallos, sin ser perfectos, como no lo era Bruce, por muchos que algunos sigan
pensando que lo era. Y precisamente la búsqueda de la perfección de cada uno,
desde nuestra perspectiva individual como seres humanos, es hacia donde apunta
el dedo de Bruce, hacia esa gloria celestial…
Puede que seas un actor amante de
las artes marciales que quieras triunfar tal y como él lo hizo. O un profesor
de cualquier arte marcial inspirado por Bruce. ¿Quizás un carpintero que
disfruta leyendo y viendo a Bruce, que pone pasión en su trabajo con una disciplina
como la suya? Que nos haga actuar así, generando una satisfacción personal,
aunque sea de forma visible como en el primer ejemplo del actor. Conseguir eso
con la imagen de Bruce delante un ser humano, como dije imperfecto, orgulloso,
mujeriego, a veces con mal carácter y con hábitos no demasiado sanos, es más
que significativo de la propia grandeza de Bruce.
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