CRÍTICA - FUERZA 7 (1979)

Hoy cumple 83 años Chuck Norris, o Carlos Ray Norris, como prefieras. Toda una leyenda del cine de acción y marcial, un gran deportista y un campeón que nos ha regalado grandísimas dosis de entretenimiento, por lo que nunca estaremos suficientemente agradecidos. Sí, tiene sus cosas malas, como todos, y política e ideológicamente hablando, no es precisamente de mi misma mentalidad, pero esto no impide que disfrute con sus películas e importancia en el mundo del cine ni que haya dejado una huella imborrable en mi prácticamente al mismo nivel de Chuck Norris. Es lo que tiene tener un hermano mayor, que cuando jugábamos, él elegía primero a Bruce Lee y yo tenía que ser Chuck. Creando ese vínculo durante mi infancia que lo coloca por encima de otros astros, anteriores o posteriores, pero siempre detrás de Bruce, claro está. Hoy, para celebrar su cumpleaños, traigo una crítica de la que prácticamente podría decir que es mi película de Norris favorita. La mayoría de la gente elige Desaparecido en Combate (1984), McQuade, Lobo Solitario (1983) o Invasión USA (1985) y aunque me encanta, sobre todo la última que he mencionado, mi infancia va ligada sobre todo a Fuerza 7 (1979), una película que, aunque sea policíaca, termina siendo pura y duramente de artes marciales.

La película comienza con unos policías siguiendo a un chico en un monopatín ya que sospechan que una tienda de deportes a la que entra el joven, es una tapadera para el narcotráfico. Cae la noche y los policías entran a la tienda, cerrada, y encuentran droga, pero un enmascarado, experto en artes marciales, acabará con ellos. Por ello, el jefe de policía pedirá a sus policías que reciban unas clases de autodefensa de manos de Matt Logan, un campeón y profesor de Karate, que terminará ayudando a los agentes a descubrir al asesino. Aquí no tenemos a un agente de la CIA, un militar o un duro policía (de primeras...) Norris es… Norris, un competidor y profesor de Karate, y es precisamente este elemento el que siempre me ha gustado. Tengamos en cuenta que mi pasión por Norris se debe a las artes marciales, por lo que es normal que al interpretar este personaje que tiene que usar sus habilidades contra los villanos de turno, considere esta película como de artes marciales y no con artes marciales, y más cuando descubrimos que Bill Wallace es el villano, interpretando a su vez a otro competidor y colega de Logan. Sí, puede que haya hecho spoilers, pero siendo de 1979, como que me da bastante igual, la verdad. Norris y peli de 1979, si no la has visto, mal vamos, jeje.

Aunque al principio Logan es reacio a dar clases, la visita a una adicta a la heroína y los estragos que provocan las drogas harán que acceda a dar clases a los policías. El personaje difiere muy poco de la vida real de Norris, en cuanto a personalidad. Es decir, tenemos a un campeón de Karate que da clases a adultos y niños y está en contra de las drogas. No hace falta hablar de la fundación de Norris Kick Drugs Out of America, nacida en 1990. De esta forma, este film, que rodó tras el éxito de Los Valientes Visten de Negro (1978), establece ya la imagen de Chuck en una trama policial, aunque posteriormente interpretase a otro tipo de personajes más cercanos a la acción balística que a la marcial, siendo varias facetas de la personalidad del auténtico Chuck Norris.

Aunque Norris es el protagonista, realmente comparte estrellato con la guapísima Jennifer O’Neill, y hay tiempo para desarrollar algo al resto de policías metidos en la misma investigación. Es más, se dan pinceladas de varios personajes para aumentar el sentimiento dramático cuando algunos de ellos son asesinados por el Karate Killer. Así mismo, la relación entre Norris y O’Neill está mejor dibujada de lo esperado. Tengamos en cuenta que Norris, aunque conocido, no era aún una estrella, y estar arropado por varios personajes, desde la policía que interpreta O’Neill, pasando por el jefe, el veterano Clu Gulager, o el resto de policías, algunos algo arquetípicos, como el negro gracioso o su compañero, un cuarentón algo vuelto de todo y pasota o el policía corrupto que cae mal desde el principio, arropaban a Norris y de forma indirecta “obligaban” a enriquecer el guion, sin ser nada del otro mundo. Pero lo que no es, es una sucesión de secuencias de acción, persecución y peleas para rellenar metraje. Tenemos, por ejemplo, la secuencia en la que Norris da clases a los policías, donde podemos ver un buen puñado de técnicas de autodefensa, el día a día de Logan, colocando las artes maciales en el corazón de la película y justificando así las peleas cuando sean en momentos de la trama policial del narcotráfico. Así mismo se humaniza al personaje de Logan, estando Norris más que cómodo en su piel, añadiendo al chico que ha acogido tras el fallecimiento de su madre, precisamente por las drogas, interpretado por Eric Laneuville.

Aaron, Chuck y Eric Laneuville

El equilibrio entre la trama policial y las secuencias marcial es bastante bueno, mezclando las dos en secuencias como la que acabo de mencionar, el entrenamiento de los agentes, con el desarrollo de la relación entre Norris y O’Neill, donde él la invita a una velada de combate, presentándole a gente del mundillo… Precisamente será Bill Wallace uno de ellos, terminando por enlazar ambos mundos de cara a la última mitad de la película. Si hemos visto a Norris y a Wallace pelear de forma deportiva, al margen de dos pequeñas secuencias donde el enmascarado acaba con unos policías, a partir de ahora, la acción será en la calle, convirtiéndose ya en una película de acción policial. La primera pelea a cara descubierta será el duelo entre Wallace y Laneuville, corto pero brutal con un Wallace que llena la pantalla como asesino psicópata y violento. Chuck y su hermano Aaron, que también sale como actor además de doblar a Chuck, se encargaron de las coreografías, que saben sacar lo mejor tanto de Norris como de Wallace, con su prodigiosa pierna.

Tampoco nos podemos quejar de la dirección y montaje, que permiten que disfrutemos bien de cada pelea. Planos generales, casi televisivos para los combates en el ring, y más cercanos, pero sin pasarse, en el resto de secuencias de lucha. Bien dosificadas sin impedir que la investigación policial avance, llegando incluso a sospechar del propio Logan, sospecha que acabará cuando encuentren el cuerpo de su ahijado, haciendo pasar el asesinato por una sobredosis de heroína, convirtiendo el asunto en algo personal y mostrando ya al Norris badass que tanto amamos y desvelando algo más de su pasado, cuando dice que conoce la ley ya que ha luchado por ella en más de cien sitios, es decir, pasado militar que junto a su experiencia en artes marciales transforman a este profesor en un auténtico american hero. Es decir, Chuck Norris.

El clímax unirá ambos mundos, cuando Logan pelee contra Sparks (Wallace) por el título mundial, y se percate que fue él el que le asaltó en un callejón, y culpable de la muerte de Charlie. Tendremos una parte en el ring, y otra fuera, en un frio descampado donde finalmente Norris literalmente patee una caja de drogas de un millón de dólares, para después acabar con el asesino. Una secuencia muy bien iluminada, a pesar de estar en una película de bajo presupuesto de finales de los setenta, y de acción y artes marciales. Su director, Paul Aaron (padrastro del mismísimo Keanu Reeves, por quien accedió a rodar la película, ya que el joven Keanu era fan de Operación Dragón, así que “presionó” a su padrastro para que aceptase esta película, cosas curiosas de Hollywood que terminan por llegar a Bruce Lee, jeje) supo darle la importancia a las escenas de lucha y al propio presupuesto para ofrecer un producto que poco tiene que envidiar a la estética ochentera dentro del género, algo que se agradece.

Para resumir mi opinión, Fuerza 7 es una estupenda película de artes marciales, con el toque de thriller policiaco de los setenta, algo sucio, pero que marcó pautas a la hora de rodar las escenas de acción, dotando del dramatismo necesario en su pelea final, con esa ralentización, junto a los efectos de sonido con eco y la rabia de las técnicas usadas, sencillas, espectaculares, pero más realistas que el actual cine marcial occidental de MMA al estilo de Boyka. Ni mejor, ni peor, diferente y con un efecto visual que aquí se demuestra muy impactante sin necesidad de florituras o acrobacias y que me parece de lo mejor de Norris en todos los aspectos, un cine más sincero, quizás, y no una fórmula como la que posteriormente usó con la Cannon. Otras miras diferentes dentro de la industria. Y para acabar, mencionar que podemos ver a uno de los hijos de Chuck, Mike, como el pizzero en monopatín y que el guion, algo que no se suele mencionar mucho, es obra del mismísimo Pat E. Johnson, alumno de Norris y el mítico coreógrafo de Karate Kid, junto a Ernest Tidyman. En el reparto además podemos ver a Johnson, a Rick Prieto o a Mel Novak, que también participó en Juego con la Muerte de Bruce Lee. Todo un clásico de los inicios de la carrera de Norris que le comenzaría a establecer como una estrella del género, siendo su siguiente película Duelo Final (1980), precursora del boom ninja en los ochenta, para después continuar su meteórico ascenso durante esta década.

NOTA: 7’5

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