OPINIÓN - WARRIOR: BRUCE LEE, ICONO DEL CHINO-AMERICANO

Este año voy tarde en el 50 aniversario del fallecimiento de Bruce Lee. Como habrás visto en redes, he estado en el Festival Nits de Cinema Oriental de Vic, y aunque me llevé el ordenador y en algunos momentos he podido comenzar a escribir algo, no he podido terminarlo para el 20 de julio. No obstante, tengo que admitir que a pesar de comenzar a escribir l< entrada correspondiente de este año, finalmente ha sido tras volver a casa cuando he escrito esto que estás leyendo. El motivo de cambiar ha sido continuar con los últimos capítulos emitidos de Warrior, una serie que, al margen del tema Bruce Lee, me parece maravillosa, en especial el tratamiento de la acción de mano del grandísimo, y cada vez más, Brett Chan. Pero el motivo de esta entrada de tan señalado aniversario va por otro camino…

Bueno, leyendo el título de este artículo, creo que queda bastante claro. Todos sabemos que el Pequeño Dragón es un icono del Siglo XX, del cine marcial, del cine hongkonés, del cine chino, de las artes marciales. Pero desde hace unos años, ha trascendido este nicho para convertirse en la voz de una comunidad de chinos nacidos en Estados Unidos. De todos es sabido que los problemas en la adolescencia de Bruce, entre otros motivos, hicieron que reclamase su nacionalidad estadounidense.

Manteniendo su identidad china, pero contando además con la nacionalidad estadounidense, su lucha contra el sistema, incluyendo la boda con Linda, caucásica, o el enfrentamiento con la Comunidad China al enseñar a gwailos, le situaban entre dos aguas de forma constante. De igual manera, su, por llamarlo así, enfrentamiento con la comunidad marcial tradicional, no sólo china, sino en términos globables, con su posicionamiento antisistemas establecidos, fuera de lo clásico, como su famoso artículo en la prestigiosa Black Belt, de septiembre de 1971.



En 2019 sucedía una cosa curiosa, durante las revueltas en Hong Kong contra el gobierno chino, usando el be water, my friend como herramienta de presión contra el gobierno. De nuevo tenemos un enfrentamiento entre lo tradicional y lo no tradicional que termina tocando a Bruce. Y tan solo un año después llegaba el documental Be Water, de Bao Nguyen. Este documental gustó a mucha gente, y a otros les decepcionó. El motivo es evidente. El documental de Nguyen usa la imagen, vida y trayectoria profesional de Bruce, toda esa lucha que he mencionado, como ejemplo de lo que muchos descendientes de chinos, nacidos en Estados Unidos, han vivido, y viven, en algunos casos.

Esto se une a que este tema de reivindicación de identidad propia se ha establecido con fuerza en Estados Unidos. Ha habido además ataques a asiáticos, chinos o coreanos, en diversos países, sobre todo en Estados Unidos. Un sentimiento antiásiático deplorable. Pero a pesar de todo esto, la imagen del asiático en USA parece conseguir equilibrarse en este movimiento. Tenemos tres ejemplos: los Oscars de Todo a la vez en ninguna parte (2022), la serie Chino-Americano (2023) de Disney+ y la serie Warrior, basada en los escritos de Bruce Lee.

Y como estoy hablando de Bruce, mantendré los dos primeros ejemplos al margen, aunque queda bastante claro que esta imagen fortalecida con las preciadas estatuillas a Michelle Yeoh o Ke Huy Quan, se transforman en la serie de Disney en una reivindicación, equiparándola al mencionado documental Be Water. Pero es en Warrior donde todo esto confluye, convirtiendo así a Bruce Lee en el icono de este sentimiento reivindicativo y social, uniéndose de nuevo al documental. Michelle parece convertirse en la representante o embajadora de este movimiento, pero Bruce es el sumun, el faro que alumbra la propia reivindicación.

Podríamos quedarnos en lo básico hablando de Warrior como una serie basada en los escritos de Bruce Lee. Podemos profundizar y hablar de las maravillas técnicas de la serie, de la parte de la acción de Brett Chan, de cómo coreografía de forma magistral cada secuencia, alternando batallas repletas de Kung Fu, a duelos con aires clásicos, arenas de lucha ilegales contra boxeadores occidentales, o peleas sucias en la cárcel, siempre junto a su  extraordinario equipo de Hitz International. O de cómo sabe colocar, como director de segunda unidad, la cámara para mostrarnos la belleza de las coreografías, o del montaje de cada secuencia. E incluso podemos hablar de lo bien escrita que está la historia o los personajes. O del carisma del reparto, con un estupendo Andrew Koji, o Jason Tobin. ¿Y por qué no hablar de las referencias y guiños al propio Bruce?

Pues porque, aunque todo esto me maravilla y ya hacen que sea una de las series que más me gustan (junto a mi vena de fan incondicional de Bruce, claro está), creo que es un tema del que no se ha hablado demasiado, pero sí asimilado de forma diría que colectiva, entre el fan del Pequeño Dragón. Me puedo equivocar, claro está, pero no es un tema que vea que se comenta demasiado en ciertos círculos de expertos (a os que leo y de los que aprendo, sobre todo), ya sean en grupos en redes sociales, en revistas especializadas o directamente de gente que conozco y que sé que saben muchísimo sobre el tema.

Warrior comenzó con ese toque de serie de explotación, con Shannon Lee detrás para que sea todo oficial, en su actual vena de sacadora de merchandising compulsiva al frente del cotarro. Pero el cuidado de todos los aspectos comentados hasta ahora, sobre todo, creo yo, al toque de Jonathan Trooper, creador de la fabulosa serie Banshee, hicieron que fuese mucho más que eso. Y con el mencionado movimiento en marcha en 2019, y con la serie que comenzaba precisamente ese año, junto a la propia temática de la serie, ha terminado por confluir todo y convertir a una serie realmente buenísima, en el estandarte definitivo que coloca a Bruce como representante de todo esto.


Los orígenes del Chinatown de San Francisco en 1870, con las famosas Guerras Tong de fondo, olvidando prácticamente nada más empezar el tema de si era el origen de la serie Kung Fu, que ya sabemos que no lo es realmente. Y aprovecho para recordarte que escribí un artículo al respecto pen la revista Dragonz Magazine, y lo tienes en el libro Más Allá de Bruce Lee que la propia Dragonz editó y tienes en Amazon. Lo dejo caer…

Venga, me centro tras el momento auto publicitario. La serie nos muestra a través de Ah Sam (Koji) la (falsa) sociedad norteamericana de la época. Los autoconsiderados norteamericanos, ingleses, irlandeses, chinos… inmigrantes tomando una tierra que no es suya, pero estableciendo una serie de castas que, ríete tú de las de la India… Primero asistimos al tema del racismo, al menosprecio de os trabajadores chinos, de los engañados con la Montaña de Oro que terminaban malviviendo y trabajando como esclavos construyendo el ferrocarril o como miembros, si tenían suerte, de alguna Tong, aunque eso significase la muerte en cualquier enfrentamiento.

Miembros reales de Tongs detenidos a principios de 1900

Esto sitúa entonces a la propia identidad de los descendientes de estos chinos de 1870 en primera línea, tanto por su propia ascendencia china, con sus costumbres, como por tener el mismo nivel social y de respeto que el resto de inmigrantes que pobló el país de barras y estrellas. Vamos, el mensaje final de la serie. Y volvemos a que la imagen de Bruce Lee está ligada, o mejor dicho, es el germen, de la serie, el traernos al menos las ideas que tenía el propio Bruce d esta historia. Y si encima cuenta con los front runners adecuados, y el equipo perfecto, tanto delante como detrás de las cámaras, termina convirtiendo a la serie en una auténtica pasada en todos los sentidos. Y es que no tengo otra palabra que defina mejor Warrior, una pasada. Un movimiento reivindicativo de autodeterminación de identidad de una comunidad junto a una serie de artes marciales maravillosa, y el resto de elementos que he dicho ya.

Y todo esto ocurre de una forma natural y orgánica en pleno siglo XXI, habiendo pasado 50 años desde que nos dejaba Bruce. Su legado, mil veces enumerado, continúa, pero consigue evolucionar, encontrar nuevos motivos para seguir confirmando la importancia de la figura de Bruce Lee. Y todo esto junto a la humanización que le ha dado el tema de las cartas a Robert Baker, provocando ese bajar del pedestal para algunos radicales que endiosan a seres humanos. A pesar de eso, sigue proyectando, o provocando cosas positivas, que hay que valorar como se merecen.

No sólo es una estrella del cine, no sólo es un revolucionario de las artes marciales, no sólo es un icono de la reivindicación de la identidad china, o de la chino-americana, o la persona que abrió la puerta del Kung Fu al mundo, de la cultura china. No sólo es un inspirador de numerosas estrellas del cine marcial, o el inspirador de tanta gente anónima, que se apoya en su imagen, en sus enseñanzas, en él, para afrontar sus vidas, ni un producto cinematográfico que explotar, ya sean con subgéneros como la Bruceploitation o con mil millones de modelos de camisetas oficiales, aunque sean diseños horrorosos. Pero sí es todo eso, y mucho más, pero de igual forma, sólo era Bruce Lee, sólo era un hombre, pero mira todo lo que consiguió. La pregunta es, si él era un hombre, un ser humano, y logró eso, ¿acaso tú no podrías conseguirlo? Y luchar por ello día a día para algunos, para mí, sigue siendo un ejemplo, un motor o un clavo ardiendo donde agarrarse cuando sea necesario. Ya lo iremos viendo, porque hay que ser como el agua e ir adaptándose en cada momento, ¿no? Gracias.

Comentarios

Cristina ha dicho que…
Excelente reflexión!!!
Muy buena la serie y completísimo el análisis que se hace de ella.Bruce sigue siendo un faro que continúa iluminando las artes marciales...