Este año voy tarde en el 50 aniversario del fallecimiento de Bruce Lee. Como habrás visto en redes, he estado en el Festival Nits de Cinema Oriental de Vic, y aunque me llevé el ordenador y en algunos momentos he podido comenzar a escribir algo, no he podido terminarlo para el 20 de julio. No obstante, tengo que admitir que a pesar de comenzar a escribir l< entrada correspondiente de este año, finalmente ha sido tras volver a casa cuando he escrito esto que estás leyendo. El motivo de cambiar ha sido continuar con los últimos capítulos emitidos de Warrior, una serie que, al margen del tema Bruce Lee, me parece maravillosa, en especial el tratamiento de la acción de mano del grandísimo, y cada vez más, Brett Chan. Pero el motivo de esta entrada de tan señalado aniversario va por otro camino…
Bueno, leyendo el título de este artículo,
creo que queda bastante claro. Todos sabemos que el Pequeño Dragón es un icono
del Siglo XX, del cine marcial, del cine hongkonés, del cine chino, de las
artes marciales. Pero desde hace unos años, ha trascendido este nicho para
convertirse en la voz de una comunidad de chinos nacidos en Estados Unidos. De
todos es sabido que los problemas en la adolescencia de Bruce, entre otros
motivos, hicieron que reclamase su nacionalidad estadounidense.
Manteniendo su identidad china,
pero contando además con la nacionalidad estadounidense, su lucha contra el
sistema, incluyendo la boda con Linda, caucásica, o el enfrentamiento con la
Comunidad China al enseñar a gwailos,
le situaban entre dos aguas de forma constante. De igual manera, su, por
llamarlo así, enfrentamiento con la comunidad marcial tradicional, no sólo china,
sino en términos globables, con su posicionamiento antisistemas establecidos,
fuera de lo clásico, como su famoso artículo en la prestigiosa Black Belt, de septiembre de 1971.
Esto se une a que este tema de reivindicación
de identidad propia se ha establecido con fuerza en Estados Unidos. Ha habido
además ataques a asiáticos, chinos o coreanos, en diversos países, sobre todo
en Estados Unidos. Un sentimiento antiásiático deplorable. Pero a pesar de todo
esto, la imagen del asiático en USA parece conseguir equilibrarse en este movimiento.
Tenemos tres ejemplos: los Oscars de Todo
a la vez en ninguna parte (2022), la serie Chino-Americano (2023) de Disney+ y la serie Warrior, basada en los escritos de Bruce Lee.
Y como estoy hablando de Bruce,
mantendré los dos primeros ejemplos al margen, aunque queda bastante claro que
esta imagen fortalecida con las preciadas estatuillas a Michelle Yeoh o Ke Huy Quan,
se transforman en la serie de Disney en una reivindicación, equiparándola al
mencionado documental Be Water. Pero
es en Warrior donde todo esto
confluye, convirtiendo así a Bruce Lee en el icono de este sentimiento reivindicativo
y social, uniéndose de nuevo al documental. Michelle parece convertirse en la
representante o embajadora de este movimiento, pero Bruce es el sumun, el faro
que alumbra la propia reivindicación.
Podríamos quedarnos en lo básico
hablando de Warrior como una serie
basada en los escritos de Bruce Lee. Podemos profundizar y hablar de las
maravillas técnicas de la serie, de la parte de la acción de Brett Chan, de
cómo coreografía de forma magistral cada secuencia, alternando batallas
repletas de Kung Fu, a duelos con aires clásicos, arenas de lucha ilegales
contra boxeadores occidentales, o peleas sucias en la cárcel, siempre junto a su extraordinario equipo de Hitz International. O de cómo sabe
colocar, como director de segunda unidad, la cámara para mostrarnos la belleza
de las coreografías, o del montaje de cada secuencia. E incluso podemos hablar
de lo bien escrita que está la historia o los personajes. O del carisma del
reparto, con un estupendo Andrew Koji,
o Jason Tobin. ¿Y por qué no hablar
de las referencias y guiños al propio Bruce?
Pues porque, aunque todo esto me maravilla y ya hacen que sea una de las series que más me gustan (junto a mi vena de fan incondicional de Bruce, claro está), creo que es un tema del que no se ha hablado demasiado, pero sí asimilado de forma diría que colectiva, entre el fan del Pequeño Dragón. Me puedo equivocar, claro está, pero no es un tema que vea que se comenta demasiado en ciertos círculos de expertos (a os que leo y de los que aprendo, sobre todo), ya sean en grupos en redes sociales, en revistas especializadas o directamente de gente que conozco y que sé que saben muchísimo sobre el tema.
Los orígenes del Chinatown de San Francisco en 1870, con las famosas Guerras Tong de fondo,
olvidando prácticamente nada más empezar el tema de si era el origen de la
serie Kung Fu, que ya sabemos que no
lo es realmente. Y aprovecho para recordarte que escribí un artículo al
respecto pen la revista Dragonz Magazine,
y lo tienes en el libro Más Allá de
Bruce Lee que la propia Dragonz editó y tienes en Amazon. Lo dejo caer…
Miembros reales de Tongs detenidos a principios de 1900 |
Esto sitúa entonces a la propia
identidad de los descendientes de estos chinos de 1870 en primera línea, tanto
por su propia ascendencia china, con sus costumbres, como por tener el mismo
nivel social y de respeto que el resto de inmigrantes que pobló el país de
barras y estrellas. Vamos, el mensaje final de la serie. Y volvemos a que la
imagen de Bruce Lee está ligada, o mejor dicho, es el germen, de la serie, el
traernos al menos las ideas que tenía el propio Bruce d esta historia. Y si
encima cuenta con los front runners
adecuados, y el equipo perfecto, tanto delante como detrás de las cámaras,
termina convirtiendo a la serie en una auténtica pasada en todos los sentidos.
Y es que no tengo otra palabra que defina mejor Warrior, una pasada. Un movimiento reivindicativo de autodeterminación
de identidad de una comunidad junto a una serie de artes marciales maravillosa,
y el resto de elementos que he dicho ya.
Y todo esto ocurre de una forma
natural y orgánica en pleno siglo XXI, habiendo pasado 50 años desde que nos
dejaba Bruce. Su legado, mil veces enumerado, continúa, pero consigue
evolucionar, encontrar nuevos motivos para seguir confirmando la importancia de
la figura de Bruce Lee. Y todo esto junto a la humanización que le ha dado el
tema de las cartas a Robert Baker, provocando ese bajar del pedestal para
algunos radicales que endiosan a seres humanos. A pesar de eso, sigue proyectando,
o provocando cosas positivas, que hay que valorar como se merecen.
Comentarios
Muy buena la serie y completísimo el análisis que se hace de ella.Bruce sigue siendo un faro que continúa iluminando las artes marciales...