83 CUMPLEAÑOS DE BRUCE LEE: LA IMAGEN DE BRUCE LEE

Hoy hubiese cumplido 83 años Bruce Lee, y aquí seguimos, escribiendo sobre él. Murió con 32 años, celebrando ya 51 cumpleaños que no pudo hacerlo él junto a su familia. Es indudable su importancia como icono cultural, cinematográfico y marcial, y que su imagen vende, para bien y para mal, que me lo digan a mí, que tengo un libro dedicado a él, otro sobre la Bruceploitation y un montón de artículos y post… Y no soy precisamente el que más ha escrito sobre él. Pero tranquilo, que no voy a meter mucha más cuña publicitaria. Como digo, la imagen de Bruce, vende. Ya fuese para hacer más películas, documentales, tazas, camisetas o apareciendo en anuncios. Una imagen icónica que trasciende el cine o las artes marciales para erigirse en un Dios Pop reconocible en todo el mundo.

¿Pero esto es bueno o malo? Desvirtuar su propia imagen como chino, chino-americano, artista marcial, actor, filósofo, cineasta, padre, marido o maestro, con fines meramente comerciales puede parecer incluso grotesco para algunos puristas, pero no puedo dejar de pensar en que la imagen de Bruce es algo que ya nos pertenece a todos, puristas y haters incluidos. He leído muchos comentarios de odio hacia Shannon, la hija de Bruce, por mercantilizar tanto la imagen, sobre todo el famoso flying kick, nombre y obra de su padre. He visto (demasiados) productos con su imagen que me sobran, pero a la vez, pienso en los coleccionistas de Bruce, entre los que me incluyo, y claro, si quiero coleccionar cosas suyas, alguien tendrá que venderlas, y quién mejor que su familia, por mucho que haya esos productos que no deberían venderse. Pero junto con esos, hay muchos que sí compraría sin pestañear, y para que haya los que quiero, es normal que haya otros que no me gusten.

En estos últimos años hemos visto cómo crecía la imagen de Bruce como icono de los chino-americanos, debido a que nació en San Francisco, mientras que ha sido durante décadas la imagen del pueblo chino, devolviendo su dignidad sobre todo en Furia Oriental (1972), e incluso imagen de la revolución hongkonesa de los paraguas amarillos por su adaptabilidad. Tres imágenes muy diferentes, la del chino continental, la del hongkonés y la del chino-americano, pero donde encaja perfectamente Bruce, aunque sea politizándole. Diferentes épocas, diferentes versiones de la misma persona y todas válidas y demostrando esa inspiración incluso social que supuso la aparición y desaparición del Pequeño Dragón. Y es que, en gran parte, todo lo que consiguió con su efímero paso por nuestro planeta no es si no una demostración de la importancia de Bruce en la propia historia de la Humanidad, aunque parezca exagerado.

Bruce ha inspirado a mucha gente para practicar artes marciales, para dedicarse al cine, fue un referente para superar nuestros problemas, para apoyarnos en él en nuestros momentos difíciles. Pero a pesar de todas estas connotaciones positivas, a veces hay quien las exagera y provoca justo lo contrario, creando muchos haters, mucha gente que le ataca sin piedad. Estas exageraciones son por parte de quienes le idealizan en demasía. Ya es clásico recordar las famosas cartas, negadas hasta la saciedad por fanáticos, en el peor sentido de la palabra. Personalmente esto ha llegado al punto de irme de grupos de Bruce Lee donde ponen horrorosos montajes y se llenan de comentarios como The Best, The Legend, My Master o The Best Actor in the World

Claro está que cuando eres un fan, pero estudioso, y tienes un criterio un poco más académico, estas banalidades cansan. Pero no deja de ser otro aspecto de la imagen de Bruce que vemos, o queremos ver, o nos atrae más. Te puedes quedar, claro está, con la imagen de sus películas, el luchador incansable e invencible, en sus muecas, gritos o gestos, que han alimentado la Bruceploitation, para deleite de nuestros jóvenes ojos en aquellos añorados ochenta. Su mono amarillo, los arañazos, el vestuario de Kato, los nunchakus… Otro aspecto puramente cinematográfico que se ha clavado en nuestras retinas y cerebro. Y este es el aspecto más reconocible, el visual, que a dado a toneladas de merchandising que se agolpa en nuestras estanterías como si de un museo se tratase…

Y tenemos el aspecto marcial. Miles de escuelas de Jeet Kune Do, o que usan una imagen suya para promocionar sus gimnasios, las míticas escuelas de Wing Chun, que gracias sobre todo a las películas de Ip Man, el Maestro de Bruce Lee, también pueden usar este reclamo. Millones de jóvenes que alucinaron con sus películas decidieron aprender artes marciales, da igual si era Kung Fu, Karate (como fue mi caso), Judo o Taekwondo. Los gimnasios a finales de los setenta y en los ochenta en España se llenaban de gente que flipaba con Bruce y con el resto de estrellas del género. Una influencia que se une a la de algunos de esos chavales que querían no sólo aprender artes marciales como Bruce, si no convertirse en estrellas del cine. Tenemos a Van Damme o a Scott Adkins, por citar sólo a dos.

El fanatismo de quienes le endiosan provoca el sentimiento de rechazo e incluso odio de mucha gente, que le pone como imagen a batir para sentirse ellos mejores, superiores a ese chinito que baila y que nunca ha luchado contra mi, que soy un campeón (de barrio) de MMA. Bueno, al menos le ves como alguien a batir, haciendo que te esfuerces con ese estúpido pensamiento, superando tus límites, al final, gracias a Bruce.


Y podríamos seguir, pero creo que todo esto nos da una idea de que Bruce se ha convertido en la propia definición de su Jeet Kune Do, es su esencia de coger sólo lo que nos es útil, quitando el resto. Y por ello, ya que no hay dos alumnos, o personas, iguales, cada cual hará su propio JKD de Bruce, sin ser ninguno, pero sí todos, los guardianes del legado del Pequeño Dragón. No es sólo tu Bruce, es mi Bruce, el de todo y cada uno de nosotros, por lo que no hay que preocuparse de que su legado perviva, todos lo mantenemos vivo a nuestra forma, cogiendo la imagen que necesitamos, y pondremos nuestro granito de arena a ese mantenimiento del legado de Bruce Lee. Cuando muramos, ese legado seguirá con más gente que recoge el testigo, muchas veces sin darse cuenta, pero que seguirán escribiendo, hablando y estudiando a Bruce Lee, que ya es inmortal. Aunque estuviese vivo 32 años, aunque ya no celebre cumpleaños, nosotros seguiremos felicitándole allá donde esté, en agradecimiento por todo lo que nos ha aportado a quienes nos hemos acercado a su imagen, de una forma u otra.

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