CRÍTICA - NOCHE DE PAZ (2023)

John Woo ha vuelto a Estados Unidos. Muchos somos los fans incondicionales del director de The Killer (1989) y Hardboiled (1992) y tras su Manhunt (2017), al menos yo no tenía todas las expectativas por las nubes. Tras su estreno, he leído numerosas críticas, de profesionales y fans, y la gran mayoría no la dejaban en muy buena posición. También tengo claro que cuando directores míticos regresan después de varios años sin trabajar, no va a ser lo mismo, y sobre todo cuando tienen una larguísima carrera, como el propio Woo. El cine de acción ha cambiado y aunque tenemos algunas excepciones taquilleras, el más puro actioner que triunfaba en los ochenta y parte de los noventa, brilla por su ausencia. Y claro, el de acción balística está en este saco, por lo que se presumía que este anunciado de Woo al cine tras seis años de ausencia, con los vaivenes del remake de The Killer, para plataformas (vamos, para televisión), que no sabemos si al final se rueda o no, estaba claro que estábamos ante una película pequeña, lejos de los grandes presupuestos de otras producciones occidentales del cineasta. Dicho esto, no me ha parecido tan mala y alejada del cine de Woo como he leído, al contrario, me ha parecido una película fabulosa, alejada de estilo visual del director, pero manteniendo ciertas constantes.

Joel Kinnaman (Robocop; El Escuadrón Suicida) es un hombre que asiste a la muerte de su hijo en un fuego cruzado entre bandas, siendo él mismo herido en la garganta, dañándole sus cuerdas vocales. Y todo en Nochebuena. Tras guardar cierto luto autodestructivo, decidirá vengarse de los culpables. El marketing de la película nos ha vendido una trepidante cinta de acción de John Woo, y con el productor de la saga de John Wick, Basil Iwanyk. Bueno, uno de ellos. Todo ello ha llevado a exagerar también el propio estilo de la película. Sí, es una película de acción, y de John Woo, pero no es, ni pretendía serlo ninguna de las películas mencionadas ya aquí, ya sea hongkonesa o de Hollywood. Pero entiendo esta forma de venderla, aunque luego llegan las expectativas altas y las decepciones.

Pero por suerte, no me encuentro entre el grupo de decepcionados, al estar preparado para una película light de Woo como Manhunt o Paycheck (2003), y que esos planos ralentizados, los bullet ballet interminables y demás marcas de la casa iban a estar diluidas. También es cierto que mi gran amigo Javier Iribarren me había dado su opinión al verla, y su criterio es uno de los que más me fio, por lo que a la hora de verla, la afronté con la mente abierta, valorando todas las posibles opciones que había y sin centrarme en ninguna. Así que partamos de esto, y recordemos que es la película de un hombre de 77 años que ya ha demostrado todo lo que tenía que demostrar en el cine de acción. Podría haberse querido repetir sin complicarse mucho, y hacer otro Manhunt, que a veces parece hecha más bien por un imitador de su estilo desganado. Pero no, ha cogido este guion de Robert Archer Lynn, acostumbrado a la serie B, y ha querido centrarse en narrar este viaje catártico del protagonista, un descenso hacia la desesperanza y la venganza de forma realista, pero sin salirse del cine de acción.


Una obra madura que, al carecer de diálogos, como la publicidad ya nos ha estado recordando desde que se anunció el proyecto, necesita transmitir lo que siente el protagonista visualmente, tanto con la interpretación de Kinnaman, como con el desarrollo de la historia. Y es difícil que no haya diálogos cuando sólo es el protagonista quien no puede hablar. Sí, oímos voces, que no es una peli muda, pero son frases salidas de la radio o que oímos de fondo. Woo consigue que entendamos todo el proceso por el que pasa el protagonista, aderezando todo con algunos momentos de acción hasta llegar a su tramo final.

Realmente el guion es básico. Sucede la tragedia, el prota se hunde, de repente reacciona y decide matar a todos los culpables, por lo que se preparará para ello, entrenando su cuerpo, aprendiendo a disparar y demás. Todo esto lo hemos visto en cientos de películas de acción, desde las de Kung Fu, pasando por los actioners clásicos ochenteros. Pero ya he dicho que aquí todo es más realista. Podríamos definir la película como un Castigador en la vida real, no la máquina de matar de los cómics, incidiendo en el dolor que le transformará en este vengativo hombre común. Y Woo parece cómodo con esto, alejándose de ese efectismo visual que tanto le ha pesado en Hollywood, rodando películas donde sólo querían planos ralentizados, palomas al vuelo e interminables tiroteos. Por algo rodó Windtalkers (2002) y se fue a China para sus geniales dos entregas de Acantilado Rojo (2008-2009), cansado de este control de los productores.


Y claro, si su sello visual no está, a mucha gente no le gusta, pero creo firmemente que Woo ha visto en este guion un reto, un cambio a la hora de narrar una película de acción como digo, de forma más realista. No tenemos a un héroe de acción del cine, por lo que el tratamiento visual de las escenas de acción puede prescindir de esos elementos que le confieren incluso un aire épico. Sí, tenemos pistolas a dos manos, y algunas ralentizaciones, pero muy esporádicas. Esto no significa que la dirección de acción sea mala, al contrario, se adapta al tipo de historia que se cuenta, con un estupendo trabajo del equipo de especialistas capitaneado por el gran Jeremy Marinas. Y dicho esto, la secuencia final me ha parecido muy buena, y algo extensa para lo que se ve antes de llegar a ella, con algunos momentos que me han encantado, tanto de peleas cuerpo a cuerpo como los tiroteos. A partir de un momento, sólo tenemos acción, con pistolas, escopetas, puñetazos, cuchillos y explosiones, bastante medido todo, pero delimitando este microverso de venganza alrededor de la pena del protagonista.

Y hay que mencionar a Catalina Sandino Moreno, que interpreta a la mujer del protagonista, que debe sobrellevar tanto la pena por la muerte de su hijo y cómo le afecta a su marido. Woo la regala pocas secuencias, pero de gran peso. Las primeras secuencias donde sale se convierte en el espectador, haciendo que la acompañemos para conocer a su marido, para después convertirnos en él y asistir a su búsqueda de venganza. Y finalmente, tenemos ese epílogo que pone punto y final al film.


Y para ir poniendo punto y final a mi crítica, en modo resumen, Noche de Paz es un film de un John Woo maduro, con ganas de cambiar su estilo de narrar en el cine de acción, dando un paso atrás en cuanto a espectacularidad para afrontar la composición de personajes y profundizar en el cambio que sufre a raíz de un trauma alejándose del puro espectáculo visual pero sin abandonar el género que tantas alegrías le ha dado, algo arriesgado de cara a sus fans más puristas. Un film que hay que ver con otra perspectiva para disfrutarla como se merece, pero entiendo en parte las críticas negativas que ha sufrido, aunque no las comparta.

NOTA: 7'5

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