CRÍTICA - UNA VEZ MÁS (ONE MORE SHOT) (2024)

En 2021 se estrenaba One Shot (Misión de Rescate) con Scott Adkins como protagonista. Pero lo que más llamaba la atención de esta película dirigida por James Nunn es que se había grabado en un plano secuencia. Bueno, o al menos en dos, falseando algún momento. Y claro, si anunciaron secuela, estaba claro que usaría la misma técnica del plano secuencia. Y si bien no he visto o no me he dado cuenta de si se ha falseado esto, no deja de ser un trabajo muy duro pero muy convincente e incluso ejemplar en cómo rodar una película de acción en un solo plano secuencia, evitando repetir la estructura de la primera entrega e incluso desarrollando personajes y la propia trama principal. Nunn va un paso más allá con esta película ampliando lo visto en la primera película y usando muy bien el plano secuencia sin olvidar el desarrollo de la historia.

Tras los acontecimientos de la primera entrega, Jake Harris lleva a Amin Mansur ante las autoridades, pero tendrá que volver a protegerle cuando sean atacados en el aeropuerto. Lo que puede parecer una excusa para otro actioner rodado en un plano secuencia, se convierte en una filigrana visual que, como he dicho en la entradilla, permite desarrollar la historia de forma algo más calmada que en la primera aventura de Harris y dando matices a los personajes como el propio Mansur y la relación con su mujer, a quien llevan al aeropuerto para ver si se ablanda un poco y cuenta lo que sabe de la bomba sucia que quieren detonar en el Capitolio.

Nunn mueve la cámara con suavidad, pasando de unos personajes a otros, acompañándolos en sus conversaciones, sencillas pero que van aportando esos matices a los personajes. De esta forma conocemos que la mujer de Mansur es médico, la vemos en acción curando a heridos en momentos de calma, y tiene conversaciones con su marido, definiendo su relación y a ellos mismos. De esta forma, el director consigue equilibrar las escenas de acción, sobre todo balísticas, con la evolución y desarrollo de la historia, por muy sencilla que sea. Consigue que no nos demos cuenta de que está rodada en plano secuencia, algo que normalmente se usa mucho en la campaña de marketing de la película que sea, y claro, acción en plano secuencia llama mucho la atención, pero como digo, no limita a la propia historia a desarrollarse en tres o cuatro action pieces técnicamente llamativas en detrimento de una buena historia.


Los detalles que menciono no son tampoco exagerados, pinceladas muy bien medidas y metidas para ir un paso más allá de ese plano secuencia de acción y enriquecer el resultado final. Pero no nos podemos quejar de los momentos de acción. Tim Man y Dan Styles se encargan de la acción. El primero de las coreografías de lucha, mientras que el segundo, de coordinar a los especialistas, complementándose muy bien ambos equipos para ofrecernos unos estupendos tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo, bastante realistas pero con la suficiente espectacularidad y, sobre todo, ritmo. Nunn ya demostró anteriormente que sabe dirigir las escenas de acción, por lo que con la misma naturalidad que mueve la cámara para seguir a dos personajes durante una conversación, la mueve para meternos de lleno en las escenas de acción y vibrar con ellas, sin necesidad de complementos técnicos más allá de saber dónde enfocar y hacia dónde girar en el momento preciso.

Y claro, tenemos a Scott Adkins de protagonista, lo cual nos garantiza que al menos su parte va a estar bien, y teniendo a Tim Man como coreógrafo, mayor motivo. Aunque las artes marciales no son primordiales, claro. Estamos ante acción militar, con buenas técnicas de cuerpo a cuerpo e incluyendo algunas patadas, claro, pero sin tantas florituras como las que hace Boyka. Un buen uso del espacio en cada momento de acción, con una estupenda ejecución y un pequeño combate que es, quizás, un pequeño bajón. Hablo del enfrentamiento entre Adkins y Michael Jai White, en el tramo final. Cortito, bueno técnicamente pero que sabe a poco, en parte por el abrupto final que tiene, dejando a Jai White como un invitado especial en algo ligeramente superior a un cameo, aunque aparece en varias ocasiones en pantalla.


Para ir terminando, quiero destacar al veterano Tom Berenger en un papel secundario, dando cierto empaque al reparto, tal y como hizo Ryan Phillippe en la primera parte, algo ya habitual en la actual serie B de acción, donde se circunscribe esta película, pero en primera fila. Un estupendo entretenimiento con algunos giros que se ven venir pero que no impide que pasemos a lo grande algo más de hora y media y donde se demuestra que Adkins es el actual rey del cine de acción, por mucho que entre una buena película y otra, nos ofrezca sencillas propuestas que le mantienen en el candelero de estrenos. Ahora nos viene una de éstas, Lights Out, que no pinta igual de bien que Skylines: Warpath, que rueda ahora con Iko Uwais. Por cierto, no me extrañaría que llegase una tercera parte de esta saga de plano-secuencia, y creo que Last Shot o One Last Shot podría ser un título que cerrase la trilogía.

NOTA: 6’75


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