¿A cuantos de nosotros nos ha
pasado algo similar? ¿O cuántos de nosotros usamos el camino de Bruce como el
nuestro? Es similar a tantos amantes del mundo samurái que, en la actualidad,
intentan seguir al menos en parte el camino del Bushido. O, sencillamente,
tomamos decisiones pensando en lo que es correcto, aunque no sea la respuesta
que buscamos. Pero volviendo a Bruce, los que hemos ahondado en su vida, los
que hemos estudiado todo lo que hemos podido, y que seguimos estudiando, vemos
sus luces y sombras, sin idolatrarle, sin sectarismos, lo cual, creo
firmemente, nos ayuda a conocer de verdad al mito más allá del mito y
encontramos, como ya dije cuando hablé de las famosas cartas de Baker y el tema
de las drogas, enseñanzas en las propias debilidades de Bruce, mostrándonos que
todos somos humanos, que todos cometemos errores o tomamos decisiones
equivocadas. Y cuando las cometemos y nos reconcome, podemos acudir también a
Bruce, ver sus propios errores y cómo se sobrepuso a ellos, o si no se
sobrepuso, ver las consecuencias y ayudarnos a enmendarnos, a buscar una
solución y pensar que, si Bruce no pudo superar eso, sí nos enseñó esas
repercusiones y por ello, nos indica al menos qué camino no seguir.
Cuando tienes un referente, ya sea un actor, un artista marcial, tu padre, un maestro (de lo que sea), un cantante, escritor, pensador o filósofo, es normal que cuando tienes algún tipo de problema pienses en qué haría el, o ella. En mi caso, uno de estos referentes (de los pocos que son a nivel vital), es Bruce Lee, claro está. No descubro nada. Y sé que no estamos en ninguna fecha de las habituales en mi y por ende en este blog para dedicarle una entrada al Pequeño Dragón, pero si me conoces un poco, sabrás que cualquier momento es bueno para hablar de Bruce o escribir sobre él. Y también deberías saber que no soy de escribir sólo artículos llenos de datos. Como siempre digo, hay gente que sabe mucho más que yo y que llevan toda su vida investigando sobre su vida y obra. Por ello prefiero abordar en muchas ocasiones temas personales que ponen de relevancia la importancia de Bruce para muchos de nosotros (más de uno y de dos seguramente se sientan identificados con lo que voy a escribir, al menos en parte) y también la importancia de la figura de Bruce en la propia historia.
Que levante la mano quien en su infancia y/o adolescencia no soñase con que le ocurriese lo mismo que a Kurt McKinney en Retroceder Nunca, Rendirse Jamás (1986), que se le apareciese el fantasma de Bruce Lee no sólo para enseñarle artes marciales, sino como apoyo, como consejero o Maestro de esos casi místicos que te dan consejos ante los problemas de la vida. Estoy seguro de que alguien ha levantado la mano, o ha sonreído recordando cuando deseaba esto mientras veía la película en VHS una y otra vez. Pero el niño que pensaba todo eso ha crecido y aunque recordemos con esa sonrisa aquellos años, ya no pensamos que pueda aparecer el fantasma del Pequeño Dragón para guiarnos. Pero hemos leído sobre Bruce, sobre lo que aprendía y luego nos enseñaba de forma que sí se ha convertido en nuestro guía, pero de una forma más etérea hasta llegar a ese punto en el que ante los problemas cotidianos y vitales, después de darle vueltas a todo, llega ese momento en el que respiramos hondo y nos preguntamos ¿qué haría Bruce?
Gracias a libros como El
Guerrero de Bambú, de Marcos Ocaña, hemos podido conocer en
profundidad la filosofía de Bruce, y las luchas personales que tuvo, le han
convertido además en un luchador con un gran afán de superación personal, un
perfeccionista que luchó contra muchas adversidades. Este libro nos presentó
también la evolución del propio Bruce a nivel filosófico y podemos encontrar
numerosas webs llenas de frases suyas, e incluso podemos leerlas, por ejemplo, en
las redes sociales oficiales del Pequeño Dragón. Una motivación que va más allá
del cine y dota de una dimensión enorme a la figura de Bruce como pensador e
inspirador, además de ser el dedo que señala a la Luna mostrando las fuentes de
dónde sacó ese conocimiento y que aplicó en su vida.
Y a veces nosotros mismos aplicamos sin darnos cuenta todo esto. Voy a poner un ejemplo personal. Siempre tengo cosas pendientes de hacer. Una crítica para el blog, un artículo para una revista, avanzar un libro o preparar un vídeo para mi canal de Youtube, entre otras cosas. Por eso suelo escribir un planning que voy tachando según voy terminando cosas. Hay momentos en los que la vida no va demasiado bien y te pone trabas para todo esto, y necesitas concentrarte en esos problemas vitales, dejando de lado todos estos proyectos y ralentizándoles. Puede que esté dos o tres días sin hacer nada, pero cuando he cogido fuerzas y me planteo retomar todo, me sentía mal por haber desaprovechado esos días, aunque sean necesarios. Por eso un buen día me dije, Iván, haz al menos una cosa diaria, por pequeña que sea, para avanzar. Podía ser terminar de ver una película, o editar un triste minuto de un vídeo. O escribir un párrafo de 20 líneas de un libro. Sí, es poco, pero no siento que haya perdido del todo el día. Y ayuda a que, al día siguiente, hagas un poco más, y cuando te hayas recuperado un poco al menos del bajón, avance mucho más el proyecto que sea. Es curioso que, aunque lleve prácticamente toda mi vida estudiando a Bruce, no recordase una de las máximas que se la atribuyen: Si pasas demasiado tiempo pensando en una cosa, nunca vas a lograr que se haga. Haz por lo menos un movimiento claro diariamente hacia tu meta. Puede que lo haya leído alguna vez y no lo recuerde, o sólo una coincidencia, pero cuando descubrí que Bruce había dicho esto, me alegré y pensé que estaba en el camino correcto, dando un simple paso en un camino de miles de kilómetros y que, de forma indirecta, Bruce volvía a indicarme ese camino.
Para ir terminando, sólo quiero añadir que además, cuando fallan las fuerzas, cuando falla la confianza en uno mismo y de nuevo te preguntas qué haría él, esa lucha personal que tuvo durante toda su vida me ayuda a recuperar la confianza, me inspira su esfuerzo para enseñar Kung Fu a quien quisiera, su esfuerzo por entrar en el mundo del cine en Hollywood, su carrera en Hong Kong, con ese perfeccionismo que buscaba, cómo evolucionó su mente y cómo hizo evolucionar el cine de artes marciales y las propias artes marciales. Después vuelvo a pensar en mis problemas y me doy cuenta de que no son tan importantes, que sólo tengo que adaptarme a ellos, admitir dónde estoy, las circunstancias que me han llevado a ese problema, y reaccionar después para solucionarlo en vez de ahogarme en la pena y la autocompasión, incluso cuando ya me he ahogado en ella. Pero hace que yo me diga a mí mismo ¡basta! ¡Se acabó! Es hora de revertir todo esto, de afrontar el problema, de solucionarlo, incluso pensando en que no estoy siguiendo sus enseñanzas, su ejemplo, su inspiración. Y en mi caso eso significa que me he salido de mi Camino, he tirado por tierra todo para alimentar esa sensación de impotencia que nos provocan los problemas y que a veces parece gustarnos en un afán masoquista de autodestrucción. Es una salida a todo eso que estoy seguro muchos de nosotros hemos sentido y ha sido Bruce quien nos ha hecho reaccionar. O incluso cuando estamos jodidos de verdad, hemos necesitado sencillamente ponernos una de sus películas. En mi caso, Operación Dragón es la película que me ayuda a desconectar cuando mi cerebro no puede más, la que me da fuerzas para seguir. Una película que me puedo poner a ver porque me apetezca, o cuando estoy mal y necesito recobrar fuerzas. Todo el esfuerzo de Bruce en este film me motiva, sobre todo viendo el resultado. Veo a Bruce tomar decisiones en ella, desde la barcaza de Han cuando muestra su arte de luchar sin luchar a Parsons, hasta el tramo final donde usa el telégrafo sabiendo que le van a pillar. Tiene claro su objetivo y toma decisiones, aunque le lleven a otros problemas, pero su aplomo y confianza no desfallecen. Por eso y por la propia vida de Bruce, me gusta preguntarme qué haría Bruce Lee en mi situación, con mis problemas y no hace falta que alguien que se pregunte esto practique artes marciales o escriba sobre este tipo de cine. Cualquiera que se haya acercado a su figura y lo tenga como un referente y una inspiración se puede preguntar esto mismo y poder continuar luchando hasta vencer y si no ganamos, al menos sabemos que nos hemos esforzado como haría nuestro ídolo y no hemos desfallecido. Da igual el resultado, la cosa es seguir luchando porque la vida es eso, lucha, y no física, y Bruce nos ha enseñado tanto a luchar físicamente como vitalmente ante las adversidades y seguiremos haciéndolo por muchos años que pasen.




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