Mike Fallon ha vuelto. Y Scott Adkins, claro. Tras el éxito en 2018 de la primera entrega, adaptación del cómic homónimo de Pat Mills y Tony Skinner del que Adkins es fan, tenemos su secuela donde el asesino especializado en cubrir sus trabajos como si fuesen un accidente, regresa y muy bien acompañado. Tenemos más humor, más acción y sobre todo, más artes marciales en la que es, para muchos y para mí mismo, de lo mejorcito del cine marcial. Adkins demuestra estar en la mejor forma y aunque mucha gente suele quejarse de la mayor parte de la filmografía del británico cuando sale de las franquicias de Boyka o de su ninja americano, pidiendo una y otra vez lo mismo, sin tener en cuenta lo que busca como actor el propio Adkins, dudo mucho que ese público algo egoísta, se decepcione con esta nueva película ya que da lo que promete, y mucho más.
Después de lo ocurrido en
Londres, Mike Fallon, nuestro Accident Man, decide irse de la ciudad para
establecerse en Malta, donde continúa su trabajo. Pero el destino hará que se
reencuentre con uno de los pocos colegas que le quedan Fred, y tras una serie
de trabajos conjuntos, terminan en las garras de una poderosa mafiosa que
pedirá a Mike proteger a su estúpido hijo al que los mejores asesinos del
planeta pretenden liquidar. No voy a decir que el guion sea tremendamente
original, pero es que no lo necesita. Una trama relativamente sencilla y bien
desarrollada de cara a un buen puñado de secuencias de acción de la más alta
calidad.
Aunque la trama sea sencilla,
funciona muy bien, aumentando el humor y las artes marciales, en parte gracias
a la inclusión de Sarah Chang, que
despliega su grandísima calidad marcial y establece una relación con Fallon
similar a la del Inspector Clouseau y Kato, atacando al protagonista en
cualquier momento para ayudarle a mejorar sus habilidades marciales. Puedes
leer la entrevista que realicé a Sarah aquí.
Su personaje es de lo mejor de la película, siendo una descendiente de Wong Fei Hung y aunque estos ataques
continuos los realiza por dinero, se establece una relación de amistad a media
que avanza el metraje entre ambos personajes, lo mismo que con Fred y sus
inventos asesinos. De esta forma se aligera el tono de la película respecto a
la primera parte, proporcionándonos momentos cómicos que contribuyen a que su
visionado sea mucho más divertido.
Resumiendo, esta secuela, a pesar
de haberse rodado en 22 días y de tener un presupuesto ajustado (perdonamos
algunas explosiones y disparos digitales, que sabemos lo difícil que es rodar
este cine independiente de acción en una época no demasiado propicia para el
cine de este género), consigue ser un divertimento maravilloso lleno de la
mejor acción marcial del momento, con personajes secundarios muy locos y
divertidos (Poco, el payaso), estupendas escenas de acción marcial, con un
reparto de lujo (Adkins, Sarah Chang, Andy Long, Ray Stevenson o Perry Benson,
por citar sólo a algunos), que no tiene ni una secuencia mala. Mucha diversión
y un Adkins pletórico que tiene que agradecer el trabajo de Sarah y Andy Long
en particular, dos nombres que merecen tener un reconocimiento entre el fandom
e incluso spin-offs para conocer más
a Siu Ling y a Oyumi, una profundización en este universo que Adkins ha cogido
de los cómics y hecho suyo y, por qué no, una tercera entrega. Gracias a
películas como ésta, el cine marcial sigue vivo y Adkins, además de seguir
dominando el género, nos trae nombres que seguirán aportando su calidad a este
tipo de cine. Y los fans se lo agradecemos, mucho.
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